En época colonial,
Huanchaco puerto mayor
lució con gran esplendor
su gran auge comercial.
El Trujillo señorial
paseó allí, con gran prestancia,
la altivez y la arrogancia
de sus damas y señores.
Es puerto de pescadores
por tradición, de importancia.
Ya sin el auge de otrora
los ranchos se van perdiendo
y el muelle se va muriendo
esperando nueva aurora.
Los caballos de totora
doblegados en la arena,
ven angustiados de pena
la tradición que agoniza;
pero aún queda en la brisa
la dulce Paz nazarena.
Es Huanchaco poesía,
La Virgen desde su encierro
allá en la Iglesia del cerro,
irradia Paz y armonía.
En la noche o en el día
todo allí tiene su encanto;
el río… huella de llanto,
el cielo…la luna…el mar…
No debemos olvidar
que allí reposa un gran santo.
Un santo muy venerado;
fue un varón noble y sencillo
que iba desde Trujillo
a Huanchaco arrodillado.
Por todos fue muy amado;
a la Virgen adoraba;
la veía cuando oraba,
y según la tradición,
era tal su devoción
que con ella conversaba.
Como Dean de Catedral
Antonio de Saavedra fue
un holocausto de fe
en la ciudad señorial.
Su recuerdo es inmortal:
en Huanchaco se enterró
tal como él lo pidió.
A casas de caridad
y pobres de la ciudad
su gran fortuna dejó.
Nueva gente llegará
a este Puerto del Chimú,
joya de nuestro Perú
mas, su alma no cambiará.
Huanchaco siempre tendrá
romántico atardecer,
que a todos nos hace ver
un mundo de maravilla
cuando el sol, sobre el mar brilla
y el cielo parece arder.
Ha escrito “Romances” y “Décimas” en donde desfilan leyendas, mitos, supersticiones, fiestas religiosas y profanas. Es compositora.
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