La inseguridad ciudadana en Trujillo se ha convertido en un tema preocupante para todos sus habitantes. Recientemente, un ataque brutal dejó a dos obreros muertos en el sector Wichanzao, en el distrito de La Esperanza. Los sicarios, disfrazados de policías, engañaron a las víctimas con la excusa de un operativo.

Estos falsos agentes subieron al cuarto piso y dispararon contra los obreros, dejando una escena de terror e impunidad. Después de perpetrar el crimen, los delincuentes dispararon al aire para asegurar su escape hacia un vehículo en espera, lo que demuestra la audacia de estos criminales.

Desde el inicio del año, Trujillo ha registrado al menos 101 homicidios. Las zonas más afectadas por la delincuencia incluyen Pataz, Virú, Pacasmayo, Gran Chimú, Otuzco, Ascope y Chepén. Esto genera una sensación de vulnerabilidad entre los ciudadanos, quienes temen por su seguridad diaria.

Este ambiente de inseguridad se agrava bajo el gobierno de Dina Boluarte, que enfrenta una crisis de seguridad. La utilización de uniformes policiales por parte de los criminales indica una planificación sofisticada y una alarmante falta de control. La situación clama por medidas eficaces y urgentes.

La creciente ola de asesinatos no solo afecta la percepción de seguridad en Trujillo, sino que también amenaza la estabilidad social en la región. La comunidad exige respuestas del gobierno que garanticen la seguridad y recuperen la confianza de los ciudadanos. La lucha contra la delincuencia debe ser una prioridad para todos.

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