Jacinto es un hombre de mi tierra
como otros tantos que habitan otras tierras.
Tiene mujer de cabellera larga
atada al tiempo de la cosecha,
hijos que la fortaleza despertó
en la cruz de sus campesinos brazos
y una casita construida con barro de su mismo cuerpo
mezclado con golpeadas ilusiones,
también tiene un perro de párpado pegado.
Sus tierras las sembró
trayendo en su sombrero de viento y sol
semillas matutinas
de las orillas del alma.
Tiene los hijos de lluvia, el rostro húmedo y caminando
la voz unida al grito de la raíz
y el corazón de canto del pueblo;
Por las tardes
hunde en la hamaca su cuerpo y sus venas
y entrega a la esperanza sus manos y sus días;
Tiene innumerables amigos
que entre carcajadas y tragos perseguidos
comparten sus inviernos y sus temores.
Jacinto no conoce las letras
pero nació firmando su nombre en cada surco del arado
no ha ido a la capital
pero el universo le ha llegado a su imagen y a su follaje
no ha terminado de vivir
pero hace tiempo murió para que la tierra fermentara.
Jacinto de mi tierra, de otras tantas tierras,
de otros tantos campos
déjame renacer bajo tu manto de espigas
y unirme a tu canto inquieto y libre
de palomas sin fronteras.
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