6 de Julio: Pasteur y la Era Moderna de Inmunización

El 6 de julio de 1885, Louis Pasteur y sus colegas inyectaron la primera de 14 dosis diarias de suspensiones de médula espinal de conejo que contenían el virus de la rabia progresivamente inactivado, en Joseph Meister, un niño de 9 años que había sido severamente mordido por un perro rabioso 2 días antes. Esto marcó el comienzo de la era moderna de inmunización, que había sido prefigurada por Edward Jenner casi 100 años antes.

La decisión de Pasteur de tratar al niño siguió a 4 años de intensiva investigación, culminando en el desarrollo de una vacuna capaz de proteger a conejos y perros sometidos experimentalmente al desafío. Su decisión fue difícil: “La muerte del niño parecía inevitable. Decidí, no sin aguda y angustiosa ansiedad, como se puede imaginar, aplicar a Joseph Meister el método que había encontrado consistentemente exitoso con perros” (1). La inmunización fue exitosa; y el procedimiento de inmunización contra la rabia de Pasteur fue rápidamente adoptado en todo el mundo. Para 1890, había centros de tratamiento para la rabia en Budapest, Madras, Argel, Bandung, Florencia, Sao Paulo, Varsovia, Shanghái, Túnez, Chicago, Nueva York, y muchos otros lugares alrededor del mundo.

El básico “Tratamiento Pasteur”, basado en vacunas de tejido cerebral con la adición de formaldehído, todavía se usa en muchos países donde la rabia es prevalente. Este tratamiento aún implica inmunizaciones diarias durante 14-21 días, y aún conlleva el mismo riesgo de secuelas neurológicas que en los tiempos de Pasteur. En los Estados Unidos y otros países desarrollados, se combinan vacunas antirrábicas más potentes, seguras pero muy costosas, basadas en cultivos celulares, con globulina hiperinmune para el tratamiento post-exposición. La eficacia de estos regímenes ha sido bien comprobada.

Ahora está comenzando otra era en el desarrollo de vacunas, una era basada en la aplicación práctica de la tecnología de ácido desoxirribonucleico recombinante (ADN) y otras manipulaciones genéticas novedosas de la rabia y otros virus y microorganismos. Estas nuevas tecnologías prometen vacunas aún más potentes y seguras, así como menores costos, mayor estabilidad y una distribución más fácil en todo el mundo para las personas en riesgo.

Al celebrar el centenario de Pasteur, se reconoce el papel preeminente de las vacunas en el control de enfermedades infecciosas; como dijo Rene Dubos: “Incluso si se acepta que el tratamiento antirrábico hubiera salvado las vidas de unos pocos seres humanos, esto habría sido solo una recompensa escasa por tanto esfuerzo… Es en temas mucho más amplios que los logros de Pasteur deben ser juzgados. Demostró la posibilidad de investigar mediante técnicas rigurosas las enfermedades infecciosas causadas por virus invisibles, no cultivables; mostró que sus potencialidades patogénicas podrían ser modificadas por varios artificios de laboratorio; estableció sin lugar a dudas que se podía lograr una sólida inmunidad sin poner en peligro la vida o la salud de la persona vacunada. Gracias a la epopeya de la rabia… la inmunización se ha reconocido como una ley general de la naturaleza. Su importancia para el bienestar del hombre y los animales es hoy en día común, pero solo el futuro revelará su plena significancia en el ámbito de la economía humana” (2). Informado por la División de Enfermedades Virales, Centro para Enfermedades Infecciosas, CDC.

Fuente: CDC

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Este artículo ha sido seleccionado y parcialmente escrito e ilustrado por Inteligencia Artificial (AI) basado en noticias disponibles.

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