Visto de domingo
para que se asome a la ventana
el mensaje que yo espero.
Atisbo desde mi lecho
de ginkana el
nombre secreto
de mi amor fantasma.
Imploro con fervor
de niña
al alma de siglos
de un apóstol ciego.
Y el cielo con ceño
de lunes
me responde sin pausa
que vuelva mañana…
Cantora de imprevisible empeño,
la vida se inviste
de alegría o hielo.
Paisaje solar de la
experiencia;
óyeme tú, inexorable alondra,
no quiero que arruine
mi tristeza
tu inapelable vuelo.
¿No me querías así
nimbada de inocencia
y exagerando un poquitín
mis alocadas sueños?
¿No me querías así,
danzando en pleamar
cual impávido arlequín?
¿No me querías así,
salida de la fiesta
y en épica carrera
llegarme hacia ti?
Cariños, cogidos todos
en un puño
¡guardad mis días y mis noches
en un lago que no tenga fin!…
Poema premiado en el 1 Concurso Femenino de Poesía «Estrella Arroyo de Guedes», 1994.
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