El 30 de julio de 1935 amaneció como cualquier otro día en las calles de Londres, pero había un ambiente de cambio en la cripta de la iglesia de la Santa Trinidad donde se comenzó a distribuir diez libros, y aunque anaqueles llenos de libros no pueda parecernos muy revolucionario, el evento transformaría la nación y el mundo para siempre. La revolución de Penguin Books radicó en su enfoque innovador y accesible para la publicación de libros. Antes de la creación de Penguin, los libros solían estar en las bibliotecas; mayormente debido a tres factores, precio, durabilidad, y portabilidad.

En el Reino Unido, por ejemplo, antes de la aparición de Penguin, un libro de tapa dura podía costar unos 90 peniques, lo que equivalía aproximadamente a una semana de salario para una persona promedio de ese tiempo. Allen Lane, el fundador de Penguin Books, cambió esto al introducir los libros de bolsillo de alta calidad a un precio asequible. Los primeros libros de Penguin se vendieron a seis peniques, que era el mismo precio que un paquete de cigarrillos en ese momento. Este precio accesible permitió a muchas más personas comprar sus propios libros por primera vez.

Los otros factores que Allen observó como razones que alejaban a los libros de los lectores era su durabilidad y falta de portabilidad. Como un círculo vicioso que se retroalimenta, los libros nunca salían de las bibliotecas porque eran diseñados para bibliotecas, y eran diseñados para bibliotecas, porque nunca salían de las bibliotecas. Con una inspiración radical, Allen diseñó sus libros con cubiertas de cartulina que minimizaba el peso en comparación de sus ancestros de “tapa dura”, y de un tamaño que pudiera llevarse en los bolsillos de cualquier caballero, o la cartera de una dama amante de la lectura, para su consumo durante los viajes en el tren, o en cualquier momento del día.

Además, Penguin también innovó en términos de diseño. Introdujo un diseño limpio y distintivo que se ha vuelto icónico en la industria editorial. Esto incluyó una cubierta de color codificada para diferentes géneros (naranja para la ficción, azul para la biografía, verde para el crimen) y una tipografía clara y legible.

Por último, Penguin también se centró en la calidad del contenido. Publicaron clásicos de la literatura y obras de autores contemporáneos de renombre, como Ernest Hemingway y Agatha Christie, demostrando que era posible hacer que los libros fueran asequibles sin hacer concesiones en términos de calidad literaria.

Este acercamiento a la democratización de la lectura, no dejó de tener sus críticos y escépticos, sin embargo, en menos de un año, Allen había vendido tres millones de libros y había logrado obtener buenas ganancias para su compañía aún vendiendo el producto con un margen mínimo. Es decir, Penguin revolucionó la industria editorial al hacer que los libros fueran asequibles y accesibles para el público en general, sin comprometer la calidad del contenido o del diseño. Este enfoque democratizó el acceso a la literatura y transformó la forma en que la gente consume libros.

Hoy podemos tener acceso a una biblioteca aún mayor a través de nuestros teléfonos celulares, computadoras o tabletas, sin embargo, nos hemos aficionado demasiado al arte visual. Aunque no quiero desanimar a nadie de ver una buena película, nada se compara a leer el libro en el que se basa la película antes de verla. Siendo que vas a tener que usar tu imaginación para “ver” todos los detalles, el autor se ve forzado a usar toda su imaginación para transmitir esa visión a través de palabras, esa experiencia no tiene precio.

Sabíamos que la lectura mejora la comprensión, amplía el vocabulario y fortalece las habilidades de pensamiento crítico, pero ahora también sabemos que retarda el deterioro cognitivo y hasta puede reducir el riesgo de enfermedades como el Alzheimer. Celebrando la visión de Allen Lane, que democratizó el acceso a la lectura, te animo a leer. Tal vez eso no sea práctico leer dos horas diarias, especialmente si no lo has hecho antes, pero empieza por unos diez minutos al día. Escoge un buen libro, algo de Agatha Christie si te gustan los misterios, o de Alexandre Dumas para aventura, o el Evangelio de Juan para llenar el apetito espiritual, pero lee.