Siempre me han conocido por mi estricto apego a los horarios y la rutina. Cada momento de mi día está perfectamente planeado y ejecutado sin desviaciones. Así ha sido mi vida, hasta que un desafío audaz cambió todo.

En el Reform Club, mis distinguidos colegas apostaron que era imposible dar la vuelta al mundo en solo 80 días. Ante semejante afirmación, no pude evitar defender el ingenio y la tenacidad del espíritu humano. Acepté la apuesta de 20,000 libras y comencé de inmediato los preparativos para emprender la vuelta al mundo en el tiempo estipulado.

Contraté a Passepartout como sirviente y el 2 de Octubre de 1872 nos embarcamos rumbo a Egipto. Allí tomamos trenes y barcos que nos llevaron a la exótica India. Fue en este fascinante país donde rescatamos a la noble Aouda de un terrible ritual, en el que las viudas son enterradas con sus recién fallecidos maridos. Ella, agradecida, decidió unirse a nuestra travesía.

El itinerario que había trazado tan meticulosamente no resultó nada predecible. Cada contratiempo exigía soluciones rápidas e ingeniosas. Viajamos en globo sobre Francia, fuimos arrestados por error en Hong Kong, nos enfrentamos a peligrosos indígenas en América. En cada desafío, Aouda demostró gran coraje y determinación. Poco a poco, una llama de afecto comenzó a crecer entre nosotros.

Finalmente, llegamos a Londres, creyendo haber perdido la apuesta por unos pocos minutos. Pero, para mi alivio, había cometido un error con las fechas, lo cual me dio un día adicional. La discrepancia se debió a que, al viajar hacia el este, ganamos tiempo con cada longitud cruzada, ahorrándome un día con el que no había contado. Corrí al Reform Club y reclamé la tan ansiada victoria. Claro, logré ganar el dinero, pero el verdadero premio fue descubrir que mi vida ordenada podía hacer espacio para el amor y la aventura. Este viaje cambió mi perspectiva y abrió mi corazón. La vuelta al mundo en 80 días se convirtió en una odisea de autodescubrimiento que nunca olvidaré.

** Esta es una versión condensada, y ficcionalmente escrita en primera persona por Phileas Fogg, el personaje principal del libro de Julio Verne.