El 3 de febrero de 2024, se registró un sismo de magnitud 5.2 frente a la ciudad de San Pedro De Lloc, ubicada en la provincia de Pacasmayo. Este evento sísmico fue reportado por el Centro Sismológico Nacional (Censis) del Instituto Geofísico del Perú (IGP), destacando que el movimiento telúrico inició a las 18:30 hora local. El epicentro del sismo se localizó en el mar a 100 kilómetros al suroeste de San Pedro De Lloc, con una profundidad de 49 kilómetros. La intensidad del sismo fue catalogada como IV, lo que indica un movimiento ligero sin representar daño alguno. Este sismo se enmarca dentro de la actividad sísmica frecuente que caracteriza a Perú, país que forma parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, una zona de alta actividad sísmica y volcánica.

Perú se encuentra en una región altamente susceptible a sismos debido a su ubicación en el Cinturón de Fuego del Pacífico. Esta área geográfica es responsable de aproximadamente el 80% de los sismos más fuertes registrados a nivel mundial. El Cinturón de Fuego del Pacífico abarca una extensa zona que incluye países de América, Asia y Oceanía, caracterizándose por la presencia de una gran cantidad de volcanes y por ser escenario de frecuentes movimientos telúricos. La actividad sísmica en Perú es resultado de la interacción entre la placa tectónica sudamericana y la placa de Nazca, cuya fricción genera tensión que eventualmente se libera en forma de terremotos. Además, esta región presenta una constante actividad volcánica.

A lo largo de su historia, Perú ha enfrentado varios sismos devastadores que han dejado una profunda huella en el país. Entre los eventos más significativos se encuentra el terremoto del 31 de mayo de 1970, con una magnitud de 7.9, que afectó principalmente al departamento de Áncash y provocó un aluvión que sepultó la ciudad de Santo Domingo de Yungay. Este y otros sismos han marcado la importancia de la preparación y respuesta ante eventos sísmicos en el país, dada su ubicación en una de las zonas más propensas a este tipo de desastres naturales a nivel mundial. La constante vigilancia y el estudio de la actividad sísmica son cruciales para mitigar los impactos de estos fenómenos en la población y la infraestructura.

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