En aquel verano de 1998, Francia se bañó en gloria futbolística en una noche inolvidable que sigue resplandeciendo en la memoria de los aficionados al fútbol de todo el mundo. El 12 de julio, el Stade de France en Saint-Denis fue el escenario de un espectáculo que marcó un antes y un después en la historia del fútbol: la final del Mundial de la FIFA entre Francia y Brasil.

Ambas selecciones llegaron a la final con un recorrido impresionante. Brasil, como campeón defensor y con Ronaldo, el ‘Fenómeno’, en sus filas. Francia, el anfitrión, guiado por el genial Zinedine Zidane y la solidez de Marcel Desailly.

El partido comenzó con un Brasil enérgico, pero los ‘Bleus’ no tardaron en imponer su ritmo. El primer gol llegó al minuto 27, Zidane se elevó por encima de la defensa brasileña para conectar un cabezazo que desató la euforia en las gradas. Y antes del descanso, repitió la dosis. Un segundo gol de cabeza de Zidane llevó el partido al medio tiempo con un cómodo 2-0 a favor de Francia.

El segundo tiempo fue un ejercicio de control por parte de los galos. Brasil, por su parte, pareció desconcertado, incapaz de reaccionar ante la desventaja. A los 93 minutos, Emmanuel Petit puso la cereza del pastel al marcar el tercer gol para Francia, sellando la victoria y asegurando el primer Mundial en la historia del fútbol francés.

La imagen de Zidane levantando la copa del mundo es icónica en el deporte. Sin embargo, esta victoria fue mucho más que el logro de un equipo o de un jugador estrella. Fue un triunfo que unió a una nación, que celebró en cada rincón del hexágono francés, y que resonó en todo el mundo.

Este partido cambió la percepción del fútbol francés y su impacto se sintió en las generaciones posteriores. La victoria de 1998 inspiró a una nueva camada de jugadores que llevarían a Francia a otras cumbres del fútbol, demostrando que la gloria de aquel verano no fue un espejismo, sino el comienzo de una era dorada.

El 3-0 sobre Brasil en la final del Mundial de 1998 fue mucho más que un partido de fútbol. Fue un momento que definió la identidad de una nación y cambió el curso del deporte. Aunque han pasado 25 años desde aquella mágica noche en Saint-Denis, el eco de esa victoria sigue sonando fuerte y claro en el corazón de todos los amantes del fútbol. Francia 1998, una gesta que no se olvida.

Recordar es volver a vivir, y hoy, desde nuestro querido Pacasmayo, honramos esa victoria que marcó un hito en la historia del fútbol. Cada vez que el balón rueda, cada vez que una nueva copa se alza, el eco de aquel verano en Francia se hace presente, recordándonos que en el fútbol, todo es posible.