El 2 de agosto de 1934 Adolf Hitler, un líder de ideología de extrema derecha, asumió el rol de comandante en jefe de Alemania. Este hecho histórico consolidó su poder autocrático, sentando las bases para una dictadura que desencadenaría en una guerra mundial devastadora y el Holocausto.

¿Qué distingue a la autocracia de la dictadura? En términos simples, un autócrata es un líder con poder absoluto. Por otro lado, un dictador es un autócrata que ha obtenido o preservado su poder a través de medios opresivos o violentos. Cabe mencionar que muchos autócratas obtienen el poder absoluto por medios democráticos, pero terminan desmantelando estos sistemas para perpetuarse en el poder, transformándose así en dictadores.

Estos regímenes pueden encontrarse en todo el espectro ideológico. La Unión Soviética de Stalin, la China de Mao y la Cuba de Castro son ejemplos de autocracias con tendencias de izquierdas, mientras que la España de Franco, el Chile de Pinochet y el Perú de Fujimori son ejemplos de autocracias de derechas. Es decir, no hay una correlación directa entre la ideología política y la autocracia.

Tampoco se puede garantizar el éxito o fracaso económico bajo una autocracia. Mientras que el régimen de Chávez/Maduro en Venezuela y los Castro en Cuba han llevado a sus países a un deterioro económico significativo, China, bajo el liderazgo del Partido Comunista es un ejemplo de rápido desarrollo económico bajo un régimen autocrático. En menor escala, tanto Pinochet en Chile como Fujimori en el Perú implementaron reformas de libre mercado y estabilizaron la economía.

Sin embargo, más allá de la economía y la ideología, la característica más perniciosa y consistente de la autocracia es la opresión de los derechos humanos y las libertades. En cada uno de los casos citados, los derechos humanos y las libertades se vieron severamente comprometidos. La Unión Soviética de Stalin fue marcada por purgas políticas y gulags; bajo Mao, millones murieron en el Gran Salto Adelante (大跃进) y la Revolución Cultural; en la Cuba de Castro, la libertad de expresión y prensa fueron y siguen siendo severamente limitadas. Miles de personas asesinadas y torturadas en el régimen de Pinochet y las ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas y esterilizaciones forzosas en el de Fujimori nos dejan claro que las autocracias dejan huellas humanas aterradoras.

En resumen, la autocracia y la dictadura, independientemente de la ideología y del rendimiento económico, siempre amenazan la libertad y los derechos humanos. Las lecciones de la historia nos enseñan que una sociedad libre y justa se basa en el respeto por la dignidad humana, los derechos civiles y políticos, y la rendición de cuentas gubernamental. Sin estas salvaguardas, el camino hacia la opresión es peligrosamente fácil de trazar. En este día, al recordar el inicio del régimen de Hitler, reflexionamos también sobre las devastadoras consecuencias de otorgar el poder absoluto a una sola persona.