Callecitas de mi pueblo,
soleadas, estrechas.
Callecitas de mis juegos
y afanes de infancia.
Cuántas veces transité
tus angostas veredas.
Cuántas veces hollé
tu calzada empedrada.
Callecitas de mi pueblo;
¿Se oye aún en tus sendas
el bullicio dominguero,
y el rumor de pregones
de tus ferias trashumantes?
¿Se oye aún en tus plazas,
el rin tin tin alegre
y musical del organillo?
De aquel viejo organillo
y gracioso monito?
Callecitas de mi pueblo,
¿Se oye aún la risa de los niños?
¿La aflautada voz
del muñeco ventrílocuo,
de enorme sonrisa de yeso
y ojos tan vivos?
¿Se escucha aún tu cháchara
muñeco parlanchín?
Flaco cuerpo de trapo
indumentaria Chavalier
Cuánto amé tus ferias
y sus personajes.
Los hubo tan raros
como el de las sierpes,
de pecho tatuado;
con potes y yerbas
de extraños efectos.
Y los campesinos
que en esos domingos
llegaban al pueblo…
Rostros sudorosos,
morenos y sanos.
Mujeres en trajes
de vivos colores,
brillantes y claros.
Satines, tafetas
y algunos brocados.
Gruesas trenzas negras
y grandes peinetas
de muchos colores.
Mientras los varones
con trajes discretos,
portaban alforjas
que siempre iban llenas.
Y sus pequeñuelos
que todo miraban
con rostros de asombro…
Chiquitos, graciosos,
de rostros morenos
y ojos tan negros,
como muñequitos,
de pan de centeno.
Escribe versos, cuentos y artículos diversos. Tienen poemas inéditos para niños.
Sé el primero en comentar en «CALLECITAS DE MI PUEBLO»