Hubiera querido ser ave
tal vez una gaviota,
volar
formar siempre una bandada
zambullirme en el mar
y quizás retozar
como el tiempo
en la tierra.
Hubiera querido poder estar
aquí, allá y acá
incesantemente
buscando amor.
No águila
no cisne
ni lechuza
ni cóndor
definitivamente ave
que vuele
tan alto
que pueda ver la tierra
y desde el infinito
poder verla tan bella,
conocer la tierra,
y amar serenamente.
Olvidar un minuto a los tiranos
que quieren reemplazar el tiempo
que hace cenizas de los hombres
para que mis músculos no sigan
contraídos.
Amar
a los que tienen nada
y resisten
a los combatientes limpios
a los que no vivieron
sino que sufrieron.
Pero en esta paranoia de ave
terminé simplemente de gallina
pone uno, pone dos, pone seis
y amé a mis polluelos
con un dolor agudo
pensando en qué aves serían
sin pájaros nocturnos, o pájaros fruteros
aves sin nido o pájaros carpinteros
o simplemente jilgueros.
Lo que no quisiera jamás
es que sean avestruces
ni que se vistan de pingüinos
Y ¡Dios mío!; por si acaso,
que no anden con alcatraces.
El hombre que vengo amando
resultó ser el ave Fénix
vive tan intensamente
que va muriendo a propósito
alimentando a su gente
de Libertad.
Pero, ¿Existe libertad?
En mi condición de ave doméstica
no puedo gozar de libertad
y ahí donde trabaje
de libertad condicional.
Tengo pues las alas plegadas
sujetas por una extraña propia voluntad.
Profesora de Lengua y Literatura, Abogada.
Promotora Cultural.- Poemario inédito. Ha escrito varios Ensayos y Relatos.
Sé el primero en comentar en «PARANOIA DE AVE»