En un remoto país del África, la esclavitud ha sido abolida la semana pasada. En los Estados Unidos, se están dando los pasos para reinstaurarla.
Ojalá fuera una metáfora. Es la pura verdad. Millones de trabajadores indocumentados están siendo tratados con la misma saña con que se perseguía hasta el siglo XIX a los negros cimarrones. El gobierno acaba de anunciar que el asedio va a ser más expeditivo y cruel a partir de septiembre.
-La lucha contra la inmigración indocumentada tendrá que seguir adelante sin la ayuda del Congreso- adelantaron los encargados de Seguridad Nacional, Michael Chertoff y de Comercio, Carlos Gutiérrez. -Somos duros y vamos a ser más duros aún- ha amenazado por su parte el portavoz de Seguridad, Russ Knocke.
De acuerdo a las medidas que anuncian, las empresas tendrán que despedir a los trabajadores con documentos falsos o enfrentarán severas multas e incluso cargos criminales. Para información del lector, hasta hoy es posible que un ilegal use su número falso del Seguro Social. Esta entidad se limita a cobrarle impuestos a cambio de los cuales el trabajador no recibe ningún beneficio.
Ahora, el Seguro cruzará información con los departamentos de Inmigración y de Seguridad, de donde partirán las órdenes de multas, apertura de procesos criminales, cárcel y deportación.
El Sr. Bush se va a despedir del gobierno con la solución final, unos diez millones de prisioneros y expatriados. Si se tiene en cuenta que más del 70 por ciento de los trabajadores del campo son latinos sin documentos, a este acto puramente irracional, destinado a contentar a los racistas, se va a añadir una catástrofe en la producción de alimentos.
¿Qué problema ocasionan los trabajadores inmigrantes?…!Ninguno! Por el contrario, cubren un vacío gigantesco en actividades que los (norte) americanos no quieren realizar, y pagan impuestos sin recibir la contraparte.
Se anuncian decenas de miles de patrullas fronterizas adicionales, 500 kilómetros de vallas, 105 torres de vigilancia con cámaras y radares y aumento de fondos para crear más campos de detención.
Además, se impondrán multas muy elevadas a quienes vendan o arrienden departamentos o casas a esta clase de inmigrantes.
En el “Correo de Salem 412”, decía yo que los indocumentados no pueden legalmente casarse, ni estudiar, ni conducir automóvil, ni ir a la iglesia, ni procrear, ni nacer, ni morir. En las “generosas” ofertas de legalización propuestas por Bush con alguna anuencia demócrata, la familia de los trabajadores debe quedarse en el país de origen. Como se hacía con los esclavos, no hay que preocuparse por su condición humana. Los trabajadores valen por su fuerza de trabajo. Son “caballos de fuerza.”
A raíz de mi novela “El corrido de Dante”, algunos bienintencionados lectores me han aconsejado que deje de escribir sobre inmigración y que me dedique a temas más “light” y mucho más simpáticos. Seguiré su consejo y contaré que en Nueva Orleáns, han sido prohibidos los carros que venden tacos mexicanos.
Sin embargo, el gringuísimo “Mc Donald” está ofreciendo a partir de la semana pasada “Pollo envuelto en tacos y burritos con chipotle”. El chipotle es un ajiseco mexicano delicioso del cual Fray Bernardino de Sahagún dijo en 1524 que era “un sabor del paraíso”. Quiere decir esto que, a pesar de las murallas, la suculenta cultura de los latinos se impone y hace que los perseguidores se chupen los dedos… Los invito a ver el video entrevista que Centro literario de Florida y Univisión me hacen a propósito de “El corrido de Dante”. Hagan clic en:
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