Aquel día mi mente dejé vagar
y la vi correr a orillas del mar.
Su dulce mirada sentí, y con
su brazo en alto, la vi partir.
Pequeña niña de harapos,
corriendo iba a hacer sus mandados,
tarde no podía llegar, sino una
golpiza su madre le podía dar.
Cómo es la vida Valichita, tienes un
hijo siendo muchachita; pero,
la vida a madurar te enseñó.
Aunque muchas veces el destino
tus ojitos de lágrimas llenó…
más sin ocultar tu gran corazón,
llevas amor a todo rincón, porque
eres obra buena del gran creador.
Nunca desesperaste, ni imaginaste,
que serías una gran señora,
mi adorada Valicha, tienes un viejo
que te quiere y trece hijos que adoran,
que pagar quisiera aquel amor abnegado,
que tú, sin pedir nada les has dado.
Hoy mi mente al presente volvió,
y al verte allí, el amor
en mi semblante, orgullo formó.
Doy gracias al Dios el tenerte y
le pido nunca, nunca perderte…
y si por casualidad, alguna vez
se asomara una lágrima a tus ojos,
séllala con tu dulce sonrisa
como yo sellé la mía,
al recordar tu rostro,
mi querida Madre mía.
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