En 1626 nació un niño llamado Sabbatai Zevi en la ciudad portuaria de Esmirna, Turquía. Desde temprana edad, mostró una profunda inclinación hacia la espiritualidad y la Cábala. Mientras otros niños jugaban en las calles, él se sumergía en los misterios de la Torá, buscando comprender los secretos del universo.
A los veinte años, Sabbatai comenzó a experimentar visiones y revelaciones místicas. Proclamó ante sus seguidores: «Soy el Mesías que nuestro pueblo ha esperado». Esta afirmación se extendió rápidamente, llenando de esperanza a comunidades judías que anhelaban liberación en tiempos difíciles.
En su búsqueda espiritual, Sabbatai viajó a Salónica, donde conoció al estimado predicador y cabalista Abraham ha-Yakini. Este poseía un documento profético, aunque falso, que afirmaba que Sabbatai era el Mesías. Este encuentro reforzó la convicción de Sabbatai en su misión divina.
Luego, Sabbatai se dirigió a Palestina y posteriormente a El Cairo. Allí, ganó el apoyo de Raphael Halebi, el rico y poderoso tesorero del gobernador turco. Con un séquito de creyentes y asegurado respaldo financiero, Sabbatai regresó triunfalmente a Jerusalén.
En Jerusalén, un joven estudiante de 20 años conocido como Nathan de Gaza asumió el papel de un moderno Elías, el precursor tradicional del Mesías. Nathan profetizó con entusiasmo la inminente restauración de Israel y la salvación mundial a través de Sabbatai. Describió visiones donde Sabbatai cabalgaba sobre un león, llevando en sus fauces un dragón de siete cabezas. Según las creencias milenarias, señaló el año 1666 como el año apocalíptico en que estos eventos ocurrirían.
Sin embargo, las afirmaciones de Sabbatai y Nathan generaron controversia. Los rabinos de Jerusalén, escépticos y preocupados, amenazaron con excomulgarlo. Ante esta oposición, Sabbatai regresó a Esmirna en el otoño de 1665, donde fue recibido con entusiasmo desbordante. Su movimiento se propagó rápidamente, alcanzando ciudades como Venecia, Ámsterdam, Hamburgo, Londres y varias otras en Europa y el norte de África.
A principios de 1666, Sabbatai se dirigió a Constantinopla con la intención de cumplir su destino mesiánico. Sin embargo, al llegar fue arrestado y encarcelado. Después de unos meses, fue trasladado al castillo de Abydos, que sus seguidores llamaron Migdal Oz, la «Torre de Fuerza». En septiembre, fue llevado ante el sultán en Adrianópolis. Allí, bajo amenaza de tortura, el 16 de Setiembre, Sabbatai se convirtió al Islam. El sultán, satisfecho, lo renombró como Mehmed Efendi, lo nombró su portero personal y le otorgó una generosa asignación.
Esta conversión sacudió a sus seguidores. Muchos se sintieron desilusionados y traicionados por su apostasía. Sin embargo, algunos de sus discípulos más fieles o interesados continuaron creyendo en él, interpretando su conversión como parte de un plan divino más profundo.
Con el tiempo, Sabbatai cayó en desgracia y fue desterrado. Falleció en Albania, dejando tras de sí un legado complejo y controvertido. Su vida es un testimonio de la profundidad de la fe y el poder de las creencias humanas. A través de sus acciones, inspiró debates sobre identidad, esperanza y el eterno anhelo de redención.
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